¿Somatizamos? ¿Qué podemos hacer para evitarlo?

La OMS comunica que tras superar la pandemia del Covid 19 la población va a sufrir una ola de problemas de salud mental. Aunque, ya estamos teniendo un incremento de un 40% de consultas por problemas de ansiedad, depresión, estrés postraumático y somatizaciones derivados de la situación que estamos viviendo. Parece, a tenor de estas declaraciones, que vamos a estar sensiblemente peor.

En la situación actual, los pilares básicos de nuestra existencia que, como dice la canción: son salud, dinero y amor, están afectados. La salud la tenemos todos amenazada. La situación económica no es nada halagüeña. Y, en buena medida, es cierto el refrán de que “cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana” ¿Qué nos queda entonces?

Bien, aunque todo esto pueda tener ciertas dosis de realidad. Esta es sólo una de las caras de esa realidad. Está en nuestra mano poner nuestra atención en lo que nos falta o en lo que aún tenemos.  Si te preguntas que te ayudará a tener mejor actitud para superar los retos que la vida nos plantea, creo que la respuesta es sencilla. ¡Vamos a poner el foco en lo positivo, en lo que sí tenemos!!

¡¡Claro que esto no es sencillo!! Y menos cuando padecemos trastornos físicos. No nos quejamos por gusto, no queremos sentirnos enfermos. Sin embargo, así nos sentimos. Y resulta demoledor cuando nos hacen pruebas y no hay ninguna alteración física. Esta situación está aumentando en estos días. La revista Lancet Psychiatry se ha hecho eco de esta nueva realidad y ha publicado que una de las posibles reacciones mentales ante una situación de estrés intenso, como está siendo la pandemia del Covid 19, son los trastornos psicosomáticos, somatomorfos e hipocondríacos.

¿Qué es somatizar?

Somatizar es transformar inconscientemente los problemas psicológicos en síntomas que afectan a nuestro cuerpo. Se pueden producir enfermedades psicosomáticas por emociones negativas o problemas emocionales derivados del estrés, la ansiedad o la depresión. Por tanto, es una consecuencia de la relación entre la mente y el cuerpo.

¿Cuáles son los síntomas más habituales en las somatizaciones psicológicas?

Los más habituales son:

  • Gastrointestinales: Vómitos, dolor abdominal, náuseas, flatulencia, hinchazón, diarrea, intolerancias alimentarias.
  • Neurológicas: Amnesia, dificultad para tragar, pérdida de voz, sordera, visión borrosa, desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.
  • Síntomas dolorosos: Dolor difuso, dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor articular, dolor al orinar, cefaleas.
  • Aparato reproductor: Dispareunia, dismenorrea, irregularidad en ciclos menstruales, hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos sexuales.
  • Cardiopulmonares: Dificultad respiratoria en reposo, palpitaciones, dolor torácico, mareo.

La clave que nos da pistas acerca de si estamos ante una somatización, además de una exploración física, está en la manera en la que una persona se siente y se comporta en respuesta a estas sensaciones. Y el tiempo que se llevan padeciendo los síntomas, éstos deben persistir por 6 meses o más. Una persona con este trastorno puede:

  • Sentir ansiedad extrema con respecto a los síntomas
  • Sentir preocupación porque los síntomas leves sean una señal de una enfermedad grave
  • Acudir al médico para realizarse múltiples pruebas y procedimientos, porque no cree en los resultados
  • Sentir que el médico no toma en serio sus síntomas o que no ha hecho un buen trabajo para diagnosticar su problema
  • Tener constantes pensamientos y sentimientos en relación a los síntomas

¿Qué podemos hacer para evitar este trastorno?

Nuestra mente y nuestro cuerpo se comunican de forma bidireccional. Y nuestro cuerpo, muchas veces, es consciente antes que nosotros mismos de los pensamientos automáticos que desarrollamos. Si aprovechamos esta comunicación, lograremos reducir las somatizaciones inconscientes que sufrimos.

¿Cómo lo podemos hacer?

  1. Identifica la emoción negativa que está detrás de tu malestar físico. Si, por ejemplo, me duele mucho la cabeza, rápidamente soy consciente de que hay algo que va mal. Si ya me han hecho pruebas y no existe una causa física, lo más probable es que exista una causa psicológica que me está produciendo este dolor. Analizar qué me ha ocurrido, qué pensamientos estoy teniendo, …me hará consciente de la emoción negativa que me está ocasionando este mal y del mensaje que esta emoción, a través de mi cuerpo, me está haciendo llegar
  2. Desarrolla hábitos saludables. Debemos hacer cambios en nuestro estilo de vida, favorecer una alimentación saludable y hacer ejercicio. La práctica de ejercicio físico regular, al menos tres veces a la semana durante 40-60 minutos, incrementa nuestros niveles de endorfinas. Sustancia que mejora el estado de bienestar y disminuye la sensación de dolor emocional.
  3. No te victimices. Deja de lado el sentirte víctima para asumir el protagonismo y responsabilidad frente a la enfermedad. Declara ante ti mismo y ante los demás: “Voy a tomar las riendas de la situación y buscar mecanismos para sentirme mejor”
  4. Controla el estrés. A través de ejercicios, como la respiración profunda o el mindfulness, podemos hacernos conscientes de las señales que emite nuestro cuerpo cuando está sometido a una situación estresante y adquirir un mayor control de nuestro estado de ansiedad
  5. No te aisles. Mantenerte en contacto con otras personas favorecerá tu calidad de vida. El poder hablar de nuestras emociones y de cómo nos sentimos con los demás nos ayuda a hacernos conscientes de nuestras emociones y a ver otra perspectiva sobre nuestros problemas.

Si, aún siguiendo estos consejos, no logras mejorar tu calidad de vida, recurre a un profesional. Un psicólogo te puede ayudar a hacerte consciente de la causa de tu mal y a lograr superarlo.

¿A qué esperas? La vida se vive sólo una vez y mereces vivirla con salud.