La simpatía. 8 Recursos para resultar más simpátic@

La simpatía, del latín “simpathia”, significa comunidad de sentimientos. Una inclinación afectiva entre personas que se produce de forma espontánea y mutua. También, es definida, como aquella cualidad o modo de ser que hace que una persona sea agradable o atractiva para los demás.

Sin duda, es un rasgo que con toda seguridad nos facilita la vida. Nos abre puertas en todos los ámbitos que nos importan: amistad, amor y trabajo.

A menudo, pensamos que es una cualidad con la que se nace o no. Y en cierta medida, estamos en lo cierto. Así, según las investigaciones llevadas a cabo por el científico Michel Poulin, las personas tenemos variaciones en los receptores de dos hormonas: la oxitocina, la hormona del amor, y la vasopresina que nos inclinan a ser personas más encantadoras y generosas. Genéticamente, por tanto, tenemos distinta predisposición para la generosidad y para percibir el mundo como un lugar más o menos hostil.

No obstante, el propio investigador concluye que existen otros genes que nos condicionan a ser amables o no con los otros. Además, hay que tener en cuenta que somos producto no sólo de nuestra herencia, sino también del ambiente y, por encima de todo de nuestra voluntad.

¿Quieres desarrollar y potenciar esta cualidad tan positiva que te facilita la vida diaria?

Lo cierto es que todos tenemos los recursos necesarios ¿Cómo puedes lograrlo?

  1. Sonríe. Fíjate en que, aunque te hayas “levantado con el pie izquierdo”, aunque te sientas triste y deprimido, sonreír va a mejorar tu estado anímico. Tenemos unos receptores en los músculos orbiculares de la boca y, cuando sonreímos, los neurotransmisores llevan el mensaje a nuestro cerebro de que estamos bien. Cuanto más practiquemos la sonrisa, más mensajes de bienestar tendremos. Merece la pena practicarlo ¿verdad?
  2. Mantén el contacto ocular. Dicen que los ojos son el espejo del alma y eso queremos ver cuando interactuamos con otro. A través de la mirada, manifestamos muchas emociones. Y mirar directamente a los ojos de la otra persona, le transmite sensación de autenticidad. Y es que, inconscientemente, hacemos suposiciones sobre la personalidad del otro, en función del tiempo que nos miran a los ojos. Ten en cuenta que cuando mantienes la mirada con otra persona, el resto del mundo se difumina y tienes el 100% de su atención. Y todos necesitamos atención. Eso sí, tampoco podemos excedernos , porque entonces, la reacción más habitual será el rechazo.
  3. Conexión con el otro. Una de las herramientas fundamentales en terapia psicológica es establecer la adecuada conexión con el paciente. Es tan importante que sin esta conexión, es complicado, por no decir imposible que la terapia funcione. Pero no sólo funciona en consulta, establecemos conexión constantemente. Presta atención, por ejemplo, cuando estás tomando un café con una amiga, estás relajada, disfrutando de la mutua compañía. Y, sin darte cuenta, se sincronizan, incluso, los movimientos corporales entre las dos, cruzais las piernas en el mismo sentido, se imitan inconscientemente los movimientos. Es algo que se produce de forma natural.
  4. Habla a las personas utilizando su nombre. Está demostrado que cuando un desconocido se dirige a nosotros por nuestro nombre, sentimos una mayor cercanía. Nos sentimos escuchados, valorados, importantes y, sobre todo más receptivos.
  5. Busca los puntos en común con el otro. Focalízate  más en lo que te acerca que en lo que te separa. Si encuentras en la conversación con otra persona puntos en común como valores, pensamientos, aficiones,… se establece una complicidad y una identificación que ayudan a minimizar las diferencias.
  6. Sé auténtico. Si por el motivo que sea, no logras conectar con una persona, todo está bien. No tenemos porque gustar a todo el mundo, ni todo el mundo nos tiene porque gustar a nosotros. Pero no te cierres antes de tiempo, piensa en la cantidad de buenas experiencias que te puedes estar perdiendo
  7. Sé positivo. Y como dice la canción “si no tienes nada más bello que el silencio, no lo vayas a decir”. La negatividad acompañada de comentarios hirientes, descalificativos o sarcásticos sobre terceros, sólo generan incomodidad y tensión en quien los oye.
  8. Y sobre todo ¡Mucho sentido del humor! No se trata de contar chistes o hacerse el gracioso. Es suficiente con estar abierto a ver el lado cómico o absurdo de las cosas y compartirlo con los demás. Recuerda que quien aporta alegría siempre es bien recibido y valorado.

La simpatía te abre muchas puertas. ¡Que no sea realidad en tu caso, aquella frase de Ana Frank!!: “La simpatía, el amor y la gracia … todos tenemos esas cualidades, pero todavía tendemos a no usarlas” ¿Empezamos HOY?