Resiliencia y coronavirus: La mejor actitud para tiempos de crisis

Viktor Frankl decía que nuestra actitud ante la vida y ante las propias dificultades es lo que determina nuestra capacidad para afrontar casi cualquier cosa. Está en nuestra mano elegir la actitud más adecuada: la de no rendirnos, la de conservar la esperanza y confiar en que nuestro pasado no tiene porque determinar  nuestro futuro.

Viktor Frankl fue un superviviente de los campos de exterminio nazi y llego a ser una figura internacionalmente respetada en el campo de la psiquiatría y el padre del concepto resiliencia o por lo menos resistencia. Sus sabias palabras me han ayudado a tomar la mejor actitud ante la pandemia y quiero contaros mi experiencia.

Al comienzo de la misma, mis primeras reacciones y vivencias del Covid 19 y todo lo que nos ha traído, fueron de estupor, no me lo creía mi pregunta era ¿Qué nos está pasando? De un día para otro nos ha cambiado la vida, de estar dándonos abrazos con nuestros amigos, de repente, como en mis peores pesadillas, un día salgo a la calle y todo el mundo me mira como si fuera una apestada, y, lo peor, es que yo también lo hago.

Este bicho nos ha alterado la vida a todos. Nos he enfermado o como mínimo nos está dejando en estado de aletargamiento, de no saber, de no creer en nada de lo que me cuentan ni políticos, ni científicos, ni nadie. Solo me queda esta opresión todos los días, todas las horas, este no saber que puedo hacer, cómo puedo hacer algo para cambiar la realidad que estoy viviendo. Y lo peor, darme cuenta de que no puedo hacer nada, sólo seguir los consejos de estos expertos en los que no creo. Pero miro a mi alrededor y qué me encuentro: miradas de desconfianza, guantes adicionales a los que ya llevo puestos cuando voy al supermercado, miedo ante la aparición de la policía, que están haciendo lo que les han ordenado, pero ante cuya presencia no quieres estar, pues no sabes si con tanto cambio diario de las normas puedes estar haciendo algo por lo que te puedan multar, como aquel pobre surfista en un mar desierto al que «rescato» la policía para que no contagiara ¿contagiar a quién? ¿a los peces? Y luego, ¿mascarillas o no mascarillas? ¿cuáles? ¿dónde las compro? ¿líquido hidroalcohólico? Está agotado, ¿¿¿qué hago???? Y sigue y suja, ¿test o no test? No sé ni por donde empezar, y tengo que desinfectar todo, mis zapatos cuando vuelvo de la calle, desnudarme en la puerta de mi casa, desconfiar de la comida que me he traído del supermercado…..¡Dios mío, me voy a volver loca!!!

Y de pensar en la añorada vuelta a la normalidad, es decir, a como era mi vida hace 2 meses ¡¡¡Ni hablar!!! La «normalidad» no va a existir. Siento como el suelo tiembla bajo mis pies, mi mundo se desmorona, no sé a qué agarrarme, no quiero caer en el pánico, pero……

Y tras la cuarentena, nos tendremos que enfrentar a una realidad aún más dura. La enfermedad sigue en la calle, no hay cura ni vacuna ni medios que me puedan asegurar mantenerme sana ¿y mis hijos, y mi familia, mi amor, mi trabajo, MI VIDA? ¿Cómo voy a subsistir si no tengo trabajo, de que voy a vivir con mis dos pequeños, qué voy a hacer. Y es entonces, cuando quiero meterme en la cama y no levantarme.

Pero también es entonces, cuando recuerdo las enseñanzas de Viktor Frankl y su ejemplo y me hago consciente de que la realidad la vivimos dependiendo de como nos la contamos, de la historia que construyamos en torno a los hechos, es por esta razón que ante un mismo acontecimiento cada uno percibe la realidad de forma diferente. Entre la realidad y «mi realidad» están mis creencias, expectativas, vivencias,… en resumen, lo que yo me quiero contar, porque siempre nos queda la opción de ver el vaso medio lleno o medio vacío, siempre podemos focalizar nuestra atención en las cosas positivas o negativas, es nuestra elección. Cada uno de nosotros puede elegir sus pensamientos en torno a sus percepciones y contarse su historia personal de un modo u otro.

Si respiro y me tranquilizo, me doy cuenta de que si miro las cosas positivas de mi día a día en esta etapa del confinamiento,  como la sonrisa de mi hijo pequeño ante las tortitas con nata que hoy le he podido preparar, habitualmente voy de cabeza sin tiempo para nada, la ilusión en la cara de mi pequeño, quien me ha dado las gracias y me ha dicho que me quiere mucho, woowww…. O la tranquilidad de levantarme por la mañana y poder desayunar propiamente, y no una triste taza de café para salir corriendo a meterme en el tráfico insufrible de todas las mañanas en días de trabajo. O las charlas a cualquier hora del día con mi hijo adolescente, que también tienen miga, cómo son los sucesores de los Millenials, Generación Z les llaman, ¡¡pobre mío!!Lo complicada que se está volviendo está nueva normalidad. Pero, entonces, recuerdo cuando yo era adolescente y es muy probable que mis padres pensasen lo mismo cuando me miraban a mí. Y, sin embargo, entonces, yo me contaba otra historia y los resultados fueron los que de una forma u otra me fui contando ¡¡¡ Ay la  importancia de  nuestros cuentos personales y la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos cuánto determinan nuestras emociones!!! Y, finalmente, nuestras acciones con sus correspondientes resultados.

Así que mis queridos amigos, la decisión de vivir la vida de una forma u otra está en nuestras manos. Nos pueden quitar derechos fundamentales como nuestra libertad de movimiento, nuestra capacidad para decidir si salir de nuestra casa y cuándo y dónde queramos, nuestra libertad de expresión, nuestra seguridad ante la enfermedad o la crisis económica, pero nadie nos puede quitar nuestra actitud, la manera en la que decidimos enfrentarnos a las cosas, nuestra libertad interior.

Y si pensamos en cómo podemos ser más felices, que al fin y al cabo es para lo que hemos venido a este mundo, ¡¡¡SÍ A SER FELICES!! tendremos muy clara la decisión a tomar. Nada nos hace más felices que focalizarnos en lo positivo, que ver el vaso medio lleno, que contarnos nuestra historia desde la positividad, desde la sabiduría vital de que nada dura eternamente, que todo pasa. Y sí, esta situación pasará, y mientras dure, pongamos el foco en las cosas bonitas de nuestro día a día, que si estamos atentos algo positivo vamos a encontrar, ¡¡¡Seguro!!! Seamos agradecidos por todas las cosas buenas que tenemos. Si pensamos un poco, sólo tenemos el aquí y el ahora, y todo es fugaz. Aprovechemos lo bueno y si nos ha tocado algo malo, que siempre lo hay, y la vida no siempre es justa, pensemos, al menos que nada es eterno y lo malo al igual que lo bueno, mañana podemos no tenerlo presente en nuestra vida.